Document núm. 15
Carta dirigida per Antoni Juncà, músic militar nascut a Figueres, al musicòleg Salvador Raurich molt poc temps després de la mort de Garreta. És un document molt extens, desconegut fins ara, que reproduïm íntegre pel seu interès. S’hi poden llegir una bona quantitat de records i anècdotes que il·lustren no només la relació d’amistat entre Juncà i Garreta sinó també detalls relatius a la personalitat del músic de Sant Feliu de Guíxols. Hi sovintegen les cites de frases pronunciades per ell, que constitueixen un retrat molt proper, difícil de trobar en altres fonts d’informació. Conté també nombroses referències a la producció de Garreta, les seves influències i gustos musicals, així com a les relacions amb altres músics. L’inici i el final de la carta evidencien que Raurich s’havia adreçat a Antoni Juncà per documentar-se a fons sobre tots aquests aspectes de Juli Garreta, amb la intenció d’elaborar-ne un estudi biogràfic.
Toledo, 17 Diciembre 1925.
Amigo Raurich:
Contesto la suya del 15, y paso a manifestarle lo siguiente:
El dia 3 del corriente me dirigía a Madrid a la una de la tarde. Compré El Sol y ABC antes de subir al tren, para distraer el tiempo. ¡Cuál no fue mi grandísima sorpresa y dolor al enterarme en ambos diarios de la fatal e inesperada desgracia! ¡Garreta ha muerto! ¡El genio ampurdanés, el buen amigo, nos ha dejado! Grande y numerosa es su obra, pero más y mejor, si cabe, hubiera escrito si la muerte fatal no se hubiera cebado con él en la plenitud de su vida.
Llegué a Madrid a las 2 y media; enseguida puse el telefonema siguiente a su viuda: «Con profundo dolor transmito pésame fatal pérdida llorado Garreta gloria nacional».
La tristeza se apoderó de mi; al regresar por la noche a mi casa (que también se habían enterado de la fatal noticia), temieron enseguida que yo me obsesionase en extremo, pues no ignoran nos queríamos sinceramente y que debia afectarme profundamente como es así en realidad.
Nuestra amistad siempre afectuosa y cordial, databa de 20 años largos. Según mis notas diarias, le escribí extensamente el 28 Diciembre próximo pasado [1924], mandándole algun numerito mio para quinteto que seguramente tocó en el Cine, según veo en todas las liquidaciones que recibo del pequeño derecho.
Él, apenas contestaba; si acaso una simple postal. La Música le tenía absorbido por completo, día y noche; en el paseo, en el café, en la comida y aún estando en plan de juerga, que pocas, muy pocas corrimos juntos. No podía pasar un cuarto de hora sin tararear algún diseño de pocas notas. Su caràcter no podía ser más llano y noble. Un verdadero ampurdanés. Sin el menor orgullo ni pedantería, no ignoraba lo mucho que valía dentro los músicos de primera talla de Cataluña, y no digamos de nuestra provincia. En cierta ocasión… estábamos con una cocot algo arisca con él, y con la ingenuidad que le caracterizaba le dijo: «mira noia que pots estar orgullosa de estar en mitx dels dos músics millors de la província». Palabras textuales, y conste no lo digo por haberme colocado a mí en un lugar que no me corresponde. Esto pasó en San Feliu de Guíxols por Carnavales de 1911 si mal no recuerdo. Las hijas bellas de Eva le atraían siempre la atención ¡cómo no! Hará unos tres años escasos, estuvo en Figueras un día. Le presentaron una niña de 18 años bastante agraciada que estudiaba una Sonata de Beethoven, saludándola Garreta con las palabras siguientes: «¡Carai; V. sí qu’es la Sonata més hermosa de Beethoven!». La niña se puso colorada, los papás se sonrieron, la buena Isabel (esposa del genio) le dio una palmada en el hombro en forma de caricia y nuestro hombre siguió oyendo con religiosidad los incomparables motivos del otro coloso de Bon. Dos años después la joven pianista recibía un ejemplar con dedicatoria de la famosa «Sonata en Do menor per a Piano, premiada en el III Concurs Eusebi Patxot i Llagustera», dedicada a su íntimo amigo guixolense Mariano Viñas, el cual dicho sea en honor a la verdad influyó muchísimo en la educación musical de Garreta, pues se trata de un eccelente [sic] pianista que ha recorrido lo mejor de Europa, con un gusto refinado para la Música, poseedor de las mejores obras, estudiando siempre sobre el piano los grandes Maestros antiguos y modernos y ultramodernos, labor que casi a diario venían haciendo los dos inseparables amigos, ya en casa de Viñas, ya en casa de unos alemanes que poseían un armonium-órgano estupendo, según Garreta me había explicado varias veces.
Yo recuerdo siempre aquellas horas tan deleitosas e instructivas que pasamos los tres solitos en casa Viñas, pues no desprecié ocasión cada vez que me encontraba en San Feliu.
Debido pues al medio ambiente y a su genio de primera magnitud, Garreta pudo prescindir de consultar tratados de Harmonía y Contrapunto y Fuga, sin embargo, creo yo, como se lo indiqué varias veces a él mismo, que no hubiera perdido nada en estudiar la técnica de los buenos tratadistas, cuando menos le ahorraría el gigantesco trabajo de buscar y rebuscar lo que siente dentro, lo que ocasiona siempre un parto más doloroso y como consecuencia lógica la naturaleza sufre sus fatales resultados cayéndose desplomada prematuramente ¡Cuánto he pensado yo en esto, desde su inesperada muerte! En varias ocasiones preguntéle lo que estaba escribiendo, él me lo manifestaba, me enseñaba sus trabajos estupendos, me manifestaba sus planes y cierta vez que no olvido, me dijo: «pero recony, es difícil desarrollar».
La anécdota a que le refirió su hermano a V. supongo es la siguiente: Estábamos juntos oyendo una de sus famosas sardanas, en Palamós o La Bisbal, terminada la cual le dije: «Aquesta nota (fa) tan persistén del trombó, fa un efecte maravellós». «A mi dijo él me fa l’efecte d’un qu’está emprenyat i renega en mix de una reunió».
En aquella ocasión (hará unos 12 años), le aconsejaba que se dedicase de lleno al género sinfónico, que ya había empezado con sus «Impresions Sinfóniques» (si mal no recuerdo) estrenadas por Krikbom [en realitat era Lassalle] en Barcelona, con poco éxito, debido a que las degollaron, pues se trata de una obra para Orquesta de cuerda, preñada de dificultades y no se hizo más que salir del paso de cualquier manera, lo que me manifestó Garreta. Más tarde formamos la sociedad «Atenea» en Gerona y se dio a conocer con los pocos elementos que contaba yo, para dirigirla, saliendo si no bien, cuando menos con todo el buen interés y entusiasmo de los músicos y mío. Rafart la dirigió posteriormente también en Gerona, tomándose todo el interés en salvar los grandes escollos que tiene, pero… Garreta que estaba presente, no pudo escaparse de oír un lapsus, que nos dejó fríos a todos. La peor condición de un director es perder la serenidad, o exaltarse demasiado. Y cuidado que Rafart (muy amigo mío), es guerretista hasta la médula y esto basta para demostrar que él fue el que lamentó más el tropiezo. Espero la reserva absoluta sobre este caso y la anécdota que sigue.
En la referida ocasión, se dio a conocer también «La Dança dels Fallaires (Canigó)» de Pahissa. En el último ensayo el flauta de la orquesta (Francisco Perich) preguntó a Rafart: «Diga maestro ¿esta nota tiene que ser bemol? Porque suena muy mal». «Tan li fa que la dongui natural com bemol com sostenido, perquè de totes maneres sonará malament, com tota aquesta récula de disbaráts que’ns vol fer passar aquet modernista».
Garreta, también dijo su opinión respecto a Pahissa; «jo crec dijo que li passará lo mateix que al arquitecta que va fer la casa d’En Güell, qui després que va tenir-la feta, com més se la mirava menos li agradava, acabant per aburrir-la» (Textual).
Francamente, yo no era de la misma opinión, pues encuentro muchas bellezas y rasgos de genio en Pahissa. En 1918 ó 19, se celebró un concurso de sardanas en Bañolas de cuyo jurado formé parte con Casiano Casademont y Mossén Gabriel Garcia. De todas las sardanas que se presentaron se destacaba una por encima de todas, coincidiendo los tres que era la única merecedora del primer premio, se titula a no engañarme «La Llar», resultando ser de Garreta el cual antes de saberse el fallo se encontró con un músico de «La Principal» de La Bisbal que al preguntarle éste si había echado en dicho concurso respondió: «Sí; por cierto que según qué jurado hayan nombrado no la entenderán perquè els hi fará rodá el cap, perquè és força entremaliadota». Pues están fulano, zutano y mengano, le dijo el músico. «Así ya estoy tranquilo», contestó. Otra de las sardanas suyas que me tocó el honor de premiar es «Dalt les Gabarres», en un concurso de Gerona.
Conste que jamás se separó de la más absoluta incógnita en estos casos, no yo con él, tanto es así que en un concurso de Palamós, siendo él jurado, me mandó una postal pautada a mano que decía: «Amic Juncá: Acabém de fer el fallo, concedint el primer premi a una sardana que comença amb aquest tema [copia el compàs inicial] ¿és vostra? Ho celebraria. Juli». Efectivamente, era «L’Aplec de Sant Martí», bastante endemoniada y difícil, tanto es así que un día «La Principal» de La Bisbal la tocó estupendamente en Gerona, coincidiendo que al ir yo a felicitarles, se acercó un hombre encarándose riéndose al fomoso Martí, diciéndole: «carall Albert, semblava que us barallavau amb aquesta sardana, mai us heu entès».
Otra de mis sardanas premiadas por Garreta es «L’Avi Xena». Fue gran admirador de Cotó, pues siempre le gustaba oír alguna Danza de las suyas por mi Banda cuando iba a Sant Feliu por Carnavales.
Un día me le encontré tocando una zarzuela de Gerónimo Giménez (no recuerdo si era «La Tempranica» o «Las bodas de Luís Alonso»). «Está molt ben futut això, pero aquet carai de gent quant menos penséu vos surten amb una atracanada que ho fot tot per terra».
También le gustaban las zarzuelas de José Serrano, y de Usandizaga no digamos.
Salvo la inclinación que no podía ocultar a las mujeres bonitas, no creo y afirmaría carecía de vicios. Nunca li vi jugar ni beber más de lo conveniente; eso sí, se deleitaba con su buen cigarro puro, que no abandonaba ni escribiendo.
Aunque no es lugar apropósito, no estará creo por demás indicarle que en su primer matrimonio fue bastante desgraciado, lo que le amargó la vida por entonces. Al contraer segundas nupcias con la buena Isabel (que es además una hermosa hembra y bastante más joven que él), le devolvió la vida y la alegría. Como V. ya debe saber, no tuvo familia con ninguna.
Su carácter era tan sencillo, que rehuía presentarse en público, cuando éste le aclamaba con frenético entusiasmo. Teníamos que arrastrarle y meterle a viva fuerza al palco escénico para que saludase, lo que hacía emocionadísimo. Cuando le estrenaron la «Suitte en Sol» me dijo: «Voy a trabajar, creo que todavía puedo hacer algo».
Hace unos dos años la Orquesta «Pau Casals» estuvo en Gerona dando a conocer «Las Illes Medes» que sí por primera vez. Allí estaba Garreta con su inseparable Isabel. Le encontré algo decaído ¡No le he visto más! Pero no le olvido ni le olvidaré nunca.
Encuentro muy justo se haga algo en su memoria.
Y puesto que yo poca cosa puedo decirle para ilustrarle, no pierda V. la ocasión de dirigirse a su íntimo amigo Mariano Viñas, el cual sabe más que nadie toda su vida artística y privada.
Poseo seis sardanas editadas y la Sonata para piano en Do menor. Si necesita algo está a su disposición.
Nuestros recuerdos a todos y felices Pascuas.
Suyo
Antonio Juncà.
Toledo 19-12-1925.
Juli Garreta (1875 – 1925) Catàleg de l’obra musical
Joan Gay i Puigbert, Joaquim Rabaseda i Matas, Marisa Ruiz i Magaldi – 2014